Recorriendo Berlín, Praga, Budapest y Viena | El Airhopping de Sandra

¡Hola! Soy Sandra, y el mes pasado hice mi primer Airhopping. Os preguntáreis dónde fui. Pues me recorrí cuatro ciudades. A las cuatro tenía muchas ganas de ir, y me encantaron todas ellas. Aproveché julio porque necesitaba sí o sí un descanso después del curso, y tenía clarísimo que me merecía un viajazo. Ahora os cuento un poquito de mi viaje, todo lo que me pasó y los consejos que creo que os podrán servir cuando visitéis estas cuatro ciudades.

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¡Hola! Esta soy yo, vuestra guía turística durante unos minutos.

 

Mi primer destino Airhopping: Berlín

Cogí el primer vuelo a eso de las seis de la mañana. Mi destino era Berlín. Según llegué al aeropuerto de Berlín, cogí el metro (que está genial montado, porque desde el propio aeropuerto coges el metro de la ciudad que te deja en el mismo centro). Y además, el bono diario que cogí (por 7’60€, COGEDLO), te permite viajar en sus dos metros, el S y el U, tranvías (solo en algunas partes de la ciudad) y en sus autobuses.

De la ciudad lo que más me gustó es la proximidad entre los edificios importantes (en los que me tenía que sacar foto sí o sí). La Avenida 17 de Junio acabó siendo mi lugar favorito de Berlín, porque mi cumpleaños es ese día ;). Estuve dos días y medio, así que dividí la ciudad en tres, y lo vi absolutamente todo. Además de lo típico, me detuve en las universidades y varias sinagogas, que eran edificios majestuosos que me impactaron mucho.

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Esta soy yo, feliz, recién comenzado mi Airhopping, desde la Catedral de Berlín.

La Isla de los Museos también me gustó, porque no hace falta recorrerse la ciudad para ir a cada uno, sino que están todos juntitos y llegas en un momento. Lo malo, que siempre están arreglando alguno, y en las fotos no podrás evitar que te salgan los típicos anuncios de «estamos en obras».

También es muy guay en Berlín el ambiente que hay, que puedes ir como te de la gana, porque nadie va a mirarte mal. De hecho hay mucha gente que va descalza por la calle, que a mi me sorprendió bastante. Vamos, que si les da por ir descalzos y tal, pues van descalzos sin problema (a punto estuve de empezar a sacar fotos a los pies). ¡Y se mojan en las fuentes! Que eso en España lo tacharíamos de vandalismo, y allí lo hacen como si fuese lo más normal del mundo.

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Da igual la hora que sea, siempre hay gente en la Puerta de Brandeburgo.

Ah, y otra cosa importante, Berlín es una ciudad bastante barata. Salchichas gigantes en puestos de la calle por 2 euros, supermercados baratísimos… Mi segunda parada era Praga y ya os digo que llevé la maleta llena de comida desde Berlín.

¡Ah! Y hay un bar en Berlín al que sólo puedes entrar sin pantalones… Si vais a Berlín y os atrevéis…¡buscadlo! Pero hay que tener en cuenta que sus horarios son algo diferentes a los nuestros. Salir por los barrios lejos de la zona turística buscando algún sitio donde tomar algo a las 11 o 12 de la noche era imposible.

Dos días después, segunda parada: Praga

Nada más llegar tuvimos que cambiar la moneda, y coger coronas para sobrevivir. (Sí, siendo república su moneda es la corona). Y por precios, hicimos genial con nuestra compra en Berlín, porque es algo más cara, y todo lo que sea ahorrar es un puntazo.

La verdad es que Praga me encantó. Es una ciudad que mezcla monumentos típicos europeos con muchas cosas orientales. Hay momentos que piensas que ni siquiera crees que estás en Europa. Una mezcla Europa-Oriente que enamora. Ah, y es bastante más pequeña que Berlín, así que no hace falta ir en metro para nada.

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Y aquí estoy yo otra vez, en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga.

No me perdí lo típico de Praga: su reloj astronómico, su catedral… Pero lo que me gustó de verdad son las cosas no típicas. Una calle cualquiera me parecía preciosa. Colores y formas increíbles que impresionan. Yo pensaba en alguno que se trataba de un edificio importante, ¡y al acercarme era una casa normal o algún restaurante! Ah, y hay una sinagoga que la gente conoce menos pero merece la pena ver: apunta la Sinagoga de Jerusalén (no creerás que está en la República Checa).

Yo que soy mucho de fijarme en los idiomas, debo decir que en Praga sobrevives sin necesitar ni inglés, que está lleno de gente que habla nuestro idioma (y sino, hay tanto turista español que puedes pedir ayuda muy fácil).

En definitiva, Praga es como un cuento, un cuento oriental. Que enamora en cada esquina con su arquitectura.

Tercera parada: Viena

Dos días después cogí mi tercer vuelo, esta vez hacia Viena. Aquí cogí un bono igual que el de Berlín, porque iba a estar dos días y medio, para poder coger todos los transportes públicos durante 48 horas (y me costo 13,30€). Aunque los tranvías son un poco liosos en la ciudad, perderse es un poco fácil. La ciudad es algo cara, porque por ejemplo un café y una porción de tarta Sachel (que por cierto, es la típica y está deliciosa), cuesta unos 5 euros. Pero bueno, en modo ahorro comprando en los puestos de comida de la calle se sobrevive bien también, comprobado.

Yo sintiéndome princesa en el Palacio Belevere.
Yo sintiéndome princesa en el Palacio Belevere.

En cuanto a la ciudad, dos palabras: palacios increíbles. Los típicos que te imaginas de las películas de princesas como los de Sisi (que no es que se parezcan, es que son esos, de hecho), con jardines inmensos y edificios impresionantes. Sin duda alguna sitio obligado para hacer unas cuantas fotos. De cuento también, sí. Y majestuosos, muy majestuosos. Y también es obligatorio visitar el parque de atracciones más antiguo del mundo, el Prater (que al final es como una feria de las fiestas de cualquier ciudad, pero es lo típico y hay que ir).

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De princesas, totalmente. (Palacio de Schönbrunn)

¡Ah! También había gente descalza por la calle, no me preguntéis, pero igual dentro de poco llega la moda a España.

Última parada y fin de mi Airhopping: Budapest

Otros dos días y medio más en Budapest. Lo primero otra vez era cambiar la moneda a los florines. Y comprar un bono de transporte de nuevo, porque cuesta 1560 florines y si pagas viaje por viaje serían 300. Así que no os dejéis timar, comprad el bono. Y todo es super super super super barato, alojamiento increíble, aunque perdemos un poquito con el cambio, los precios en comparación al resto de ciudades que visite eran muy buenos.

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En la Plaza de los Héroes casi acabando mi viaje.

Yo tenía el hotel en el centro de Pest. Porque si no lo sabes, Budapest está dividido por el Danubio en dos partes, la parte de Buda y la parte de Pest. Lo malo es que los sitios imprescindibles en Budapest están uno en cada punta de la ciudad, entonces tienes que coger el metro sí o sí o sí o sí. En Buda está el Bastión de Pescadores, el castillo, el museo… Pero es que todo es enorme y hay que andar un montón para ver cada cosa, y sin salir del centro. Ya ir a otros rincones… Hay que andar la vida. (Y hay mogollón de bichos, parece que estás en la selva).

Tengo que nombrar también el Parlamento, porque madre mía, eso si que es ENORME. Y las termas públicas, que están mega masificadas, pero relajan después de un día de patearse la ciudad.

Lo dicho, el parlamento es inmensamente inmenso.
Lo dicho, el parlamento es inmensamente inmenso.

¡También fui a Isla Margarita! Es una isla situada en el centro entre Buda y Pest. Es un parque, con música en las fuentes y paseos bonitos, merece la pena pasar un rato allí. Y tampoco puedo acabar de escribir sin nombrar los bares en ruinas (ruin pubs), que están en sitios medio derruidos, ¡conquistan!

Si después del viaje tengo que quedarme con una ciudad menos favorita diría Budapest, por la pereza que daba ir de un sitio a otro, ¡podían estar más cerca las cosas! Y por los bichos (juro que vi una serpiente, muerta, pero era una serpiente). Y de más favorita no me quedo con ninguna, porque todas me conquistaron.

Y ese fue mi pequeño viaje de julio, en el que intenté conocer al máximo estas cuatro ciudades europeas (para poder hablaros e informaros genial en mi nuevo proyecto, Erasyou, que es una plataforma para facilitar el contacto entre erasmus, Au pair, séneca… Y para fomentar el intercambio de idiomas, ¡de ahí mi curiosidad por los idiomas!) Podría seguir durante horas contándoos cosas que pasaron y curiosidades que encontré durante mi Airhopping, pero os cansaríais de leer, os aseguro que es mucho más divertido cara a cara y entre cañas. ¡Nos vemos en el próximo destino!

Sandra.