Mi Airhopping: 9 días de un viaje que empezó 6 meses antes (Parte 1)

Cuando sabes que te vas de viaje todo se vuelve diferente. La ilusión recorre tu cuerpo desde que empiezas a prepararlo, haciendo que vivas la experiencia desde ese primer día. Te pones a buscar como loco todo lo que tienes que ver, hacer, comer y dónde salir de fiesta para sentirte como un local. Porque como dice Punset, «la felicidad se encuentra en la antesala de la felicidad». Que aunque no es que sea uno de mis filósofos favoritos, es una gran frase.

Empecemos presentando a mis compañeros de viaje: Mario es un tío ilustrao que pasa de todo, pero al que merece la pena conocer. Manu es el típico petao (pero no cani, cuidao) que seguramente tendrá muchos objetivos en la vida pero nosotros sólo conocemos uno: ligar. Y a saber cómo me definirían ellos a mí, la suerte que tengo es que este post lo estoy escribiendo yo.

Así que a finales de mayo, Manu, Mario y yo (Carlos, me presento) decidimos hacer un Airhopping.

Interrail
Manu, Mario y yo (por este orden), descojonándonos un día cualquiera.

Hagamos el primer viaje: volvamos 6 meses atrás.

Espera. Volvamos atrás. Porque mi viaje empezó 6 meses antes de EL VIAJE. De hecho, en un principio lo íbamos a hacer en enero, pero al ponernos a buscar rutas por Europa para ver varias ciudades me di cuenta del único problema que había para viajar rápido y cómodo (es decir, en avión): el precio. Por eso decidí crear Airhopping, y por eso mi viaje empezó el 1 de febrero de 2016. Si quieres saber más sobre cómo lo creamos, puedes hacerlo aquí.

Ya podemos volver:

Así que a finales de mayo, Manu, Mario y yo decidimos hacer un Airhopping.

Por aquellas fechas teníamos las últimas clases de la carrera, la presentación del Trabajo de Fin de Grado, la graduación… todo se nos juntaba, pero rápidamente encontramos un chollo para irnos 9 días de por medio a Budapest, Copenhague y Berlín por sólo 145€.

Así que empezamos a hacer los preparativos del viaje. Y si algo nos caracteriza a Mario, Manu y a mí como grupo de amigos aparte de llevarnos muy bien, es que por una cosa o por otra, alguno siempre acaba liándola. Y la obligación de los otros dos es reírse de él, claro. Luego os contaré la que lió Manu… 😂

Primera parada: Budapest

Nuestro primer destino fue Budapest, no sin antes estar a punto de perder el primer vuelo, para darle emoción. Como salíamos desde Madrid y somos valencianos, se nos ocurrió la genial idea de seguir la recomendación de una chica de clase, e ir a comernos un bocata de calamares cerca de la Plaza Mayor. Y casi nos quedamos sin viaje. Teníamos 4 horas en Madrid y llegamos al aeropuerto a 20 minutos de que saliera el avión 😅.

Interrail Budapest
Mario (a la derecha) y yo (a la izquierda) retándonos en duelo a muerte en Budapest.

En Budapest, además de ver el parlamento, el castillo de Buda y todas esas vainas, sobre todo salimos de fiesta. Porque si hay algo que mola de los viajes con amigos es salir de fiesta. Y si hay algo que mola de Budapest es la fiesta. Así que en nuestro primer destino los tres estábamos perfectamente alineados.

Szimpla Ruin Pub Budapest
Ya sé que la calidad de la foto no es la leche, pero es lo que tiene estar de fiesta y tener la cámara cargando.

Y aquí es donde surgió el flechazo. Conocimos los famosos Ruin Pubs. Este en concreto es el Szimpla, el más famoso de todo. Vale que hay poco que se pueda apreciar en la imagen, pero son increíbles. Antiguos edificios comunistas en ruinas reconvertidos en catedrales de la fiesta. Os dirán que en Budapest veáis decenas de catedrales pero creedme, esta es la única que vale la pena. ¿Copas a tres euros? Es posible, y cervezas a 50 céntimos también. ¡Nos encanta el antiguo comunismo! 😄

Mercado Central Budapest
Manu por fin encontró su pasión. Por cierto chicas, me ha dicho que os deje su número: 650 832 03* (la primera que acierte la última cifra se lo queda 😏).

Así que una vez enamorados del Szimpla, los planes para los dos días en Budapest estaban bastante claros. Además de haber probado las limonadas de la foto del principio, que quedan muy bonitas pero eso era agua con limón, que no te engañen como a nosotros. Cuando terminaron los dos días, con mucho dolor dijimos adiós a esta bonita y barata ciudad y después de volver a estar a punto de perder el segundo vuelo, cogimos el avión en dirección a Copenhague. En el aire, Manu conoció a un italiano jubilado y consiguió que nos invitara a su barco en Ibiza 😂. Todavía no sabemos nada de él.

Hasta aquí por ahora. Si quieres saber porqué Manu acabó en el hospital de Copenhague, puedes seguir leyendo sobre nuestro airhopping en la segunda parte.

Carlos